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viernes, 29 de noviembre de 2013

La ciudad del Chicho (en homenaje a Franco Foschi)


Nos queda un cuento. Uno bastante largo para cualquier escritor de entre casa como lo era quién hoy recibe este homenaje. “La ciudad de homero” es en realidad una novela y fue editada en el año 2008. Narra la historia de un hombre que persigue un destino acompañado siempre por un amuleto de la buena suerte que un día se ausenta de su vida. Al escritor de la novela le decían Chicho quien sabe porqué, pero su nombre era Franco. Jugaba de 5 o de enganche, habilidoso y pensante con la pelota en los pies a pesar de su casi metro 90...






Criado en el barrio Mudon de la capital neuquina. Se lo destacó incluso en su momento por su habilidad con la guitarra. Desenfundó esa tarde temas de su propia autoría y nos dejó boquiabiertos a quienes mirábamos. Así lo recordamos los más chicos, como alguien con dotes de innovar y de transmitirte a vos, que eras más purrete dicha inspiración. Un día también dimos cuenta de sus dotes como escriba, aunque solo de parte de algunos que lo habían escuchado hablar acerca de sus poesías. Estaba raro en ese entonces. Había vuelto de la plata, ciudad en la que residía hace varios años y las noticias que teníamos de él eran escasas. Sin duda que, a pesar de eso, al llegar al barrio hacia sentir su carácter de símbolo barrial. “Hay que activar el barrio” profesaba entre los camaradas de su edad. Sabía que las cosas se iban de mambo, que por ahí los pibes andaban en cualquiera.  Llegan las nuevas épocas y nuestras infancias no se parecen ya a las infacias de los nuevos pibes. Entonces el Chicho activaba. Se calzaba la patria al hombro y le ponía, aunque sea por un rato, las pilas a su queridísimo barrio. Por ahí se borraba, estaba mala onda o no quería saber nada con la ranchada del lugar. Pero todos sabían que en el fondo era un loco lindo, que había que dejársela pasar porque mañana iba a estar piola.







Escuchaba Pink Floyd y así lo hacía saber. “Ponele un oído a esto que está bueno” te aconsejaba. Entonces los pibes ya de por si respetaban Pink Floyd a pesar que nunca fue de las bandas predilectas de la esquina. Pero si lo escucha el Chicho habrá que respetarlo. No a Water, tampoco a Gilmour, mucho menos a Mason o a algún otro intrascendente; se lo respetaba a Franco. Ese carisma abrazador era el que nos inspiraba a nosotros los más chicos.
Asi en una de sus escapadas de la urbe platense hacia la tranquilidad de su barrio en el noroeste neuquino el Chicho decidió dejarnos. Allá por octubre del 2008 Franco pasó a jugar de enganche en otros estratos. No sé si agarrará los libros o la guitarra para tocarse uno de esos temas propios medios flasheros pero con gancho. Tampoco sabrán sus amigos del barrio si las lecturas de las que tanto hablaba habrán tenido que ver en su elección, o si tal vez fue Pink Floyd o vaya a saber uno que suceso habrá ocurrido en la ciudad de las diagonales. Lo cierto es que nos dejó a todos con un texto largo y contundente. Su primer y última obra “La ciudad de Homero” editada por su familia de forma póstuma. Una obra propia de una mente siempre cambiante y activa. Un manifiesto autobiográfico quizás o simplemente una de las tantas ocurrencias corte psicodelicas. Tal vez un poco de las 2.

Se lo recordará, no por un best-seller ni por un trascendental escrito, si quizas, simplemente por su sonrisa o por su caminar lungo por las calles del barrio. Ya sea allí en la plaza que hoy lleva su nombre, y que aun todavía reúne a los pibes en la esquina o en esa canchita de la escuela que vio tantos goles y gambetas, o seguramente en la imponente barda donde descansan sus cenizas, se brindará por el. 
"En el cielo brillarás por siempre" querido Chicho.



















Colaboración: Sebastián Lopez

2 comentarios:

  1. Ese querido barrio lo conocí en los cimientos, y a Franco a dos horas de haber nacido, no me voy a olvidar cuando conoció a Florencia, disculpen los espacios vacíos, tengo un nudo en la garganta y se me nubla la vista ....
    Por encargo de mi hermana Gugui, fui a ver la construcción para traer de Misiones puertas y ventanas de madera, en ese entonces la familia vivía por esos lados.
    No me voy a olvidar de la casa cerca del rió, en la nieve con los changos muy temprano vos salias el los brazos el Franquito y Florencia de la mano.
    Ahora ya no paso frío, ni camino por la nieve, ahora yo te llevo pegadito al corazón.

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  2. Gracias por estas palabras ... y a pesar de que mucho no lo conocí siempre lo consideré un gran tipo y un buen primo.
    .... simplemente gracias ...

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